Por: Marco Tulio Arellano
Uno
de los momentos espirituales más intensos vividos por nuestro país, en los
últimos días, es el que se ha expresado en una sola plegaria por la sanación
del Comandante Presidente Hugo Chávez Frías.
Si
luego de aquel célebre “por ahora” del 4 de febrero se catapultó como líder
indiscutible del pueblo venezolano, sus enseñanzas se han sembrado en lo más
hondo del “corazón de Venezuela”, con un fervor nunca visto y con un espíritu
de unidad que lo consagra.
La
unidad, que trasciende lo político, se ha hecho sentir en todos los rincones de
la patria de Bolívar, desde el altar más humilde hasta el más adornado, gracias
a la fe de un pueblo que en sentimiento ecuménico ha lanzado la energía y el
poder de la oración, sobre un líder quien ha sabido brindarle amor a su pueblo
y el cual le ha respondido; porque amor con amor se paga.
Luego
de conocerse la noticia transmitida por el Vicepresidente Nicolás Maduro a
través de los medios de comunicación de una nueva operación, avalada por la
ciencia y la decisión inquebrantable del Comandante de ponerse en las manos del
Supremo Arquitecto del Universo, todo ha seguido su curso. La mirada de
ansiedad y plegaria de su pueblo, pidiendo por su pronta recuperación se expresa
en la solidaridad hacia su líder; no sólo de un gobierno, sino de una
revolución.
Venezuela
había experimentado en el pasado manifestaciones relacionadas con la enfermedad
o accidentes de sus presidentes; pero su respuesta, nunca habían sido comparables
con las sentidas y solidarias expresadas para con el líder de la Revolución
Bolivariana.
La
naturaleza de lo humano se entrega ante los designios de Dios y este, a través
de la historia, ha sido el gran reto del hombre expresado en la ciencia y en
los avances de la misma en beneficio de la vida. Estos pasos han sido dados en
el caso del Comandante Chávez.
El
sentimiento de oración y fervor espiritual que recorre, no sólo a Venezuela
sino al mundo, será oído en la Corte Celestial. De todas las iglesias, de todas
las almas y en especial de los humildes clama una esperanza por el retorno del
Comandante.
En
su honor elevamos el Salmo 70: “ Oh Dios!, dígnate librarme, Señor, apresúrate
a socorrerme. Que se confundan y se avergüencen los que anhelan mi mal. Que
retrocedan avergonzados los que desean desdichas para mí. Retrocedan cubiertos
de vergüenza los que me dicen ¡Ja,Já!. Que se alegren y regocijen aquellos que
te buscan. Que puedan decir siempre “Grande es el Señor”, los que esperan tu
salvación. Oh Dios, yo soy pobre y desvalido, socórreme!. Señor tu eres mi
ayuda y mi libertador, no te demores”… ¡Viviremos y Venceremos!...Amén.
arellanomt@hotmail.com
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