Por: José Varela
Ya
lo sé, Señor…ya lo sé…
Otra
vez haciendo el ridículo.
Tú
sabes bien que solo soy un pobre viejo, en donde el tiempo de los juguetes pasó
para mí…
Con
la tercera edad a cuestas, la misma que en estos días tocó mi puerta, y
gritándome sin misericordia, que el futuro dejo de existir para mí y solo tengo
derecho (y si acaso), a un presente que poco a poco se irá diluyendo.
Difícil
etapa de la vivencia humana…
Donde
las órdenes se transforman en obediencia, en una extraña metamorfosis, donde el
cuerpo también se revela ante nosotros y no queda otra cosa que obedecer…
Si
deseamos correr, las piernas no obedecen…
Si
queremos leer, nuestros ojos se niegan a dicha tarea y debemos recurrir a
externas ayudas…
El
sueño…
Ha,
el sueño…
Pasa
de ser placentero, a llegar cuando a él le da la gana…
Muchas
veces se marcha por las noches y nos obliga a sentarnos en la cama suplicando
su presencia, para después burlarse de nosotros, cuando representamos el
burlesco espectáculo de dormirnos en cualquier lado, por su llegada
inesperada………..
Digo
yo?…
Si
un día nos revelamos, de esas reglas no escritas pero obligados a obedecerlas,
seguramente nos tildan de viejos locos…
¿Quién
invento la regla que las cartas al niño Jesús, son solo para los niños?
Por
qué mejor no nos ocupamos de que lleguen todas, y olvidamos aquello, de que la
mayoría de las veces las misivas de los más pobres, no llegan a las manos del
que envía los regalos…
Hoy
he decidido, mandar todas esas vivencias obligadas, al mismo saco donde habitan
la mayoría de las cosas que olvidamos, que nos hacen temer lo que muchos
llaman, el principio del Alzheimer…
Y
a los que me niegan el derecho de soñar, también los mando pal el infierno…
¡Y
en mi delirio, le doy rienda suelta a la alegría!
Y
el recuerdo de la vejez, escapa por todos lados…
Y
en mis sueños…
Nuestro
cacique ancestral Guaicaipuro, lo diviso parado en todo lo alto del Salto
Ángel, ordenando a la Pachamama que el fruto de la vida florezca de sus
entrañas, para que nuestro Hugo se nutra de la misma…
Y
un gigantesco estruendo que seria la envidia del propio Catatumbo, se oye en
todo Canaima, cuando nuestras guacamayas intentan el vuelo todas a la vez, como
si nuestras aves escucharon el llamado del gran cacique y vuelan todas juntas
en ayuda de nuestro compañero.
Y
olvidando a lo de “loco”, me veo en la gran sabana cabalgando con Maisanta y Florentino,
rodeados de interminables bandadas de turpiales, yendo todos a rendirle tributo
al malherido…
Mientras
de todos los caseríos salen niños, hombres y mujeres para acompañar al
compañero que les dio todo…………
Cuando
el amanecer que llega con el sol en el horizonte, intentando volverme a la
realidad, con mis lágrimas que surcan mi rostro…
Dos
palomas blancas llegan a mi ventana…
Una
con un olivo en su pico…
La
otra con un mágico mensaje…
“Tienes
razón abuelo, no solo los niños pueden escribirme en Navidad”
“Tu
comandante será sanado”
Solo
me quedo, romper a llorar…
VIVIRAS
COMPAÑERO MALHERIDO…
josevarela753@hotmail.com
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