El 30 de enero de 1921, en una nueva campaña militar, el general antigomecista Emilio Arévalo Cedeño invadió el entonces territorio Amazonas con un pequeño contingente de sus partidarios, y tomó prisionero a Tomás Funes, terrible azote de la región, quien había asesinado a numerosas personas y mantenía aterrorizada a toda la población desde 1913.
Arévalo Cedeño, al frente de unos doscientos hombres, ingresó al país por los ríos Cravo, Casanare y Meta por caer en el Orinoco y remontarlo. A fines de enero llegaron a San Fernando de Atabapo, en esa época capital del territorio Amazonas, y rodearon la casa que servía de cuartel a Funes. Después de un intenso tiroteo y cuando el cuartel fue impregnado de gasolina y se amenazó con incendiarlo, Funes se rindió. Arévalo Cedeño formó una junta de jefes que resolvió fusilar a Funes y a su ayudante Luciano López. La sentencia se cumplió inmediatamente. El pelotón de fusilamiento estuvo comandado por el capitán Elías Aponte Hernández, este último hermano del insigne revolucionario Carlos Aponte Hernández.
Arévalo Cedeño llevó a cabo más de siete invasiones a Venezuela desde Colombia en intentos por derrocar a Juan Vicente Gómez. En uno de ellos llegó a internarse en Guárico y amenazó poblaciones tan importantes como El Sombrero y Chaguaramas. Aún se conserva en San Fernando de Atabapo la tumba de Funes como un recuerdo de la acción revolucionaria de Arévalo Cedeño.
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