No es lo que, posiblemente, nuestros lectores y lectoras se imaginan al leer este titular. Es que queremos redondear nuestra apreciación de los últimos y desesperados pronunciamientos santanderianos del traficante Uribe. No solo de estupefacientes, que ya es un crimen contra la humanidad, también lo es de la mentira; de las intriguillas, tipo Goebbells, para meter cizañas entre los seres humanos que se dejen tentar, para conducirlos a la guerra fratricida.
Más, al descerebrado Álvaro Uribe Vélez, no se le despierta la conciencia dormida por tanto absorber los olores de la amapola, hasta el punto de llevar a la muerte a millares de jóvenes colombianos inocentes para justificarse (eso cree él, con su mente enferma) ante los representantes del imperio, hasta hoy afincado en territorio norteamericano. Y el bandido se explica, nada más y nada menos, con la ambigüedad de los “falsos positivos”, por los que debe a la justicia de Colombia y más allá, la friolera pena de 100 años de cárcel.
Nada. Es que, como el que se está ahogando, que patalea y no consigue piso, ahora el pirujo antipatria de la hermana Colombia se está metiendo “pa´ lo hondo”. No se conforma con la complacencia al ojo brotado de Leopoldo López, fascista conocido junto con el pamplinoso Radonski, si no que está vomitando lo que acá sospechamos desde cuando Hugo Chávez, presidente nuestro; el roble venezolano que, aún conocidas las intrigas de su interlocutor, refuerza su valentía en pro de la amistad y convino con el traidor colombiano visitar el mausoleo del enemigo de nuestros pueblos. El mausoleo de quien intentó matar a nuestro Simón Bolívar en tres oportunidades, y de quien no se pudo salvar el Abel de América, nuestro Antonio José de Sucre.
En esa temerosa oportunidad, para los que observamos desde acá, se nos salió el “ojalá” por la seguridad de Hugo Chávez Frías. Sin conocer como ahora la diabólica historia criminal (perdón por el pleonasmo) de Uribe, vimos en su mirada desde que visitó Puerto Ordaz, la de un criminal a traición, además del guabineo para corresponder los gestos sinceros por una amistad entre hermanos de parte del Presidente venezolano de la que, la oligarquía venezolana y mayamera, hizo una burlesca por aquello de “mi amigo Uribe”.
Entonces compatriotas, venezolanos y colombianos, veamos qué calaña de hombre es Álvaro Uribe Vélez. Ya todos conocemos su afición, o vicio más bien, como traficante y consumidor de la mafafa, pero no sabíamos de sus pactos secretos para invadir a Venezuela. Y que si no se atrevió, fue porque “no tuvo el tiempo”, según dijo él mismo. Y lo dice así, como un friega ollas que no quiebra un plato. Por eso fue que Chávez le dijo: “porque no tuvo cojones”, que debe haber sonado fuerte en la casa blanca donde habitan sus mandones, donde le tienen el pantalón y la camisa a rayas con su respectivo número de presidiario, por cobarde y boca floja con la que, literalmente, abortó el plan criminal concebido con el imperialismo norteamericano.
Patria, Socialismo o barbarie. Venceremos!
pedromendez_bna@yahoo.es