El viernes pasado una accidente dejó más de 30 estudiantes lesionados. (Foto Wilfredo Hernández)
Basyl Macías
En los últimos tres meses, sólo en Valencia, Naguanagua y Carlos Arvelo, se han producido cuatro accidentes de tránsito en unidades del transporte público, dejando tres muertos y unos 94 pasajeros heridos. Según autoridades de Tránsito Terrestre, las causas han sido por fallas humanas o mecánicas.
En una encuesta realizada a un grupo de personas, responsabiliza a las autoridades y conductores de las unidades, por lo que exigen para la disminución de siniestros: vigilancia y fiscalización de los conductores y mantenimiento de las unidades e infraestructuras viales.
Daniela González, estudiante de la Universidad de Carabobo asegura que la primera causa de estos siniestros es por exceso de velocidad. “Los conductores de autobuses públicos que prestan servicio a la universidad andan en la autopista como locos, y de paso permiten a estudiantes de pie, quienes a la hora de un accidente son los primeros en sufrir lesiones”. Pide que se asigne un número telefónico para denuncias, y que cualquier persona que observe alguna irregularidad en la vía con este transporte, pueda reportarlo.
Jorge Bastidas, estudiante universitario y bombero, opina que estos accidentes en su mayoría se producen por falta de conciencia de los conductores, quienes irrespetan las leyes de tránsito una vez que se prestan para “competir” con sus compañeros, por llegar más rápido a las paradas y subir más pasajeros. “Muchos de ellos ni siquiera respetan las paradas, ya que se detienen a mitad de la vía para descargar o subir al usuario”. Sugiere que estos choferes reciban talleres de formación y capacitación.
El ingeniero Luis Barón piensa que la mala escogencia de las empresas de servicio del transporte público es el principio del problema de los accidentes de tránsito terrestre. Piensa que las unidades que utilizan no tienen el debido mantenimiento y, que ya han cumplido su vida útil. Además considera que los choferes deben aprender normas de urbanidad para dar un buen trato hacia los pasajeros. “Recuerdo que en los años 70, estos señores tenían una mejor cultura y usaban uniformes con camisa manga larga unicolor y corbata, lo que inspiraba un respeto mutuo”.
Fátima Pita, administradora, señala que las autoridades deben hacer que se cumplan las leyes y normas que regulan este servicio que demanda gran responsabilidad civil. Advierte que por ello cualquier persona no puede ser chofer de estas unidades, sin cumplir con una preparación profesional. “Estos colectivos deberían tener un control trimestral, en cuanto a sus frenos, tren delantero y cauchos”. Además, hay conductores que acostumbran a manejar trasnochados o sin el debido descanso, poniendo en peligro su vida, la de los pasajeros y de otras personas en la carretera.
Jesús Navas, cocinero, asegura que “ahora cualquiera es chofer”. Recuerda que su padre, quien condujo autobuses públicos por muchos años, contaba que para obtener una licencia de quinta, debían tener un perfecto dominio del vehículo y de las leyes y normas de vialidad. “Ahora muchos hasta pagan a agencias para obtenerla, una vez que son aplazados en las pruebas de tránsito”. Agrega que hay muchos jóvenes inexpertos manejando estas unidades, lo que representa un peligro para todos.
Ulises Nache, diseñador gráfico, recomienda mayor vigilancia en las vías, así como la colocación de controladores de velocidad en el Paseo Cabriales, la cual califica peligrosa. Critica que la mayoría de los transportistas corren para tratar de recoger mayor cantidad de pasajeros o de llegar a su destino, ninguno frena ni respetan los semáforos, se creen dueños de las carreteras. Recomienda que las autoridades de tránsito actúen con ética, apliquen multas o castiguen a estos trabajadores del volante